Un viaje tranquilo... (para variar)

 

09/12/2016: Seguramente, quitando el fin de semana de gran premio, elegimos el mejor momento para hacerlo, ya que todo estaba engalanado para navidad, y estaba espectacular. Toda la ciudad de Montecarlo en su máximo explendor, haciendo gala de que allí la crisis tiene prohibida la entrada.

 

  Esta vez no hubo vuelos apurados, no hubo entrenos, no hubo carreras ni nervios. Solo un viaje más a Italia que hicimos por carretera, pasando un par de días en Mónaco para conocer el circuito y pasear por todas sus curvas míticas.

 

Montecarlo tiene un algo en común con otras poblaciones como Estoril o Rijeka: Costa, yates, casoplones, casino, hoteles y restaurantes de lujo, limousinas, superdeportivos... y un circuito, en este caso embebido en las propias calles (En Rijeka en su día también lo hubo, hasta que construyeron el Autódromo de Grobnik).

Superdeportivos en las calles de Mónaco. Arriba varios Ferraris, abajo un McLaren a la salida del tunel.

 

 

11/12/2016: Salimos hacia Italia con la intención de llegar a la zona de Parma con tiempo para la entrega de premios, pero tuvimos una segunda parte de viaje bastante lenta debido a la intensa niebla y a los atascos provocados por algunos accidentes.

La consecuencia fue que no llegamos a la comida previa a la entrega, pero conseguimos llegar a la propia entrega solo con un cuarto de hora de retraso.

Allí nos encontramos con todos los pilotos y sus familiares, con los organizadores y una multitud de gente totalmente desconocida para nosotros pero que nos recibieron como si nos conocieran de toda la vida. El acto se realizaba en la sede de la UISP (organismo encargado de dirigir las carreras y realizar las verificaciones en Italia) en Regio Emilia.

Por desgracia apenas podíamos quedarnos porque teníamos un largo viaje de vuelta, pero de camino sí sacamos un poco de tiempo para visitar "La Buca dei Diavoli", nuestra pizzería favorita, en Nocetto, cerca de Parma.

 

  Allí, mezcladas con las líneas de circulación puedes ver la parrilla de salida pintada en el asfalto, los pianos en las curvas míticas, el famoso tunel del casino... pero especialmente espectacular era la zona de boxes, con una noria al fondo y decenas de casetitas de madera vendiendo todo tipo de artesanía, adornos navideños, recuerdos... ¡¡hasta churros!!

Como buenos feligreses de la iglesia de la velocidad hicimos peregrinación por todo el recorrido, primero en coche y luego también a pie.


Pero aunque la visita a Mónaco justifica en sí misma un viaje, en nuestro caso no era el motivo principal. Nuestro destino quedaba al otro lado de la frontera con Italia, en Regio Emilia, comarca de La Emilia Romagna, y el motivo era la recogida de trofeos de la temporada Formula Promotion, donde tenía que recoger el trofeo de Campeón de la European Cup y un tercer premio en el trofeo Flavio Di Bari para pilotos amateurs y rookies (como yo mismo).